RINCÓN DE LA PEDAGOGÍA(*): Guarderías infantiles
En primer lugar quiero destacar que las guarderías y las escuelas infantiles están gestionados por personas cualificadas en el cuidado de nuestros hijos. Estas han realizado los estudios necesarios para saber cómo hacerlo y, generalmente, tienen un alto componente vocacional. Los espacios físicos son variados y están adaptados a esas edades, cumpliendo con todas las condiciones de seguridad establecidas para dichos establecimientos. En muchos casos las familias no tienen otra opción y deben confiar el cuidado de su hijo a dichos profesionales. Para ello, teniendo en cuenta sus propios criterios, seleccionan la escuela infantil que consideran cumple las condiciones que ellos consideran adecuadas para su bebé y facilitan la conciliación y el bienestar familiar. Pero en otros casos los padres se plantean esta pregunta ¿llevo a mi hijo a la guardería o lo dejo en casa con una persona de confianza? En ese momento buscaremos la mejor de las opciones; visitaremos las guarderías o escuelas infantiles, preguntaremos cuántos niños hay por cuidador, valoraremos las instalaciones en su conjunto, jardines, áreas de recreo, de descanso e intentaremos que el niño esté las menos horas posibles.
Guardería y socialización
Una de las razones que se aporta para llevar al niño a la guardería es su necesidad de socialización, pero esta se tambalea si conocemos como se produce el desarrollo de la identidad. Recordemos que comenzamos a tener consciencia de nosotros mismos alrededor de los 18 meses, y necesitamos unos años más para conocernos, de ahí ese primer carácter egocéntrico. Tomamos plena consciencia de los demás a partir de los 6 años y es sobre los 3-4 años, con el desarrollo del lenguaje, que empezamos a reconocer nuestras emociones y las de los demás y a mostrar cierta empatía. Por ello todo esfuerzo por adelantar este proceso es inútil. Además debemos recordar que los principales agentes de socialización son la madre y el padre, figuras que aportan seguridad y permiten al niño abarcar nuevos espacios de relación. Por ello, en estos primeros años de vida, el niño sólo necesita sus rutinas, su casa, su familia y mucho amor, elementos fundamentales para su desarrollo emocional y social.
Guardería y salud del bebé
Otras razones que escuchamos con frecuencia favorables a las guarderías señalan que el niño se va inmunizando frente a los procesos infecciosos. En estos primeros años de vida un bebé puede sufrir una media de 8 procesos febriles, lo que hace que esté sometido a tratamientos con antibióticos cada 3 semanas, situación no muy recomendable en estas edades. Hasta los 3 años el sistema inmunológico no está del todo desarrollado y se defienden mal de las infecciones. Asistir a la guardería hace que se multipliquen las posibilidades de caer enfermo.
Guardería y desarrollo intelectual
Es bien cierto que una buena guardería o escuela infantil mantiene un especial cuidado por el bienestar físico del niño (higiene, alimentación y descanso), pero también prestan mucha atención al desarrollo cognitivo y sensorial. Por ello cuentan con unas instalaciones y materiales muy cuidados, y realizan la planificación de actividades teniendo en cuenta estos aspectos. Les proponen juegos y actividades que despierten su interés para ir aumentando las habilidades que le permitan realizar acciones más complejas que supongan más autonomía. Pero esto no es exclusivo de estos lugares, también en el hogar o con un cuidador de confianza se pueden desarrollar estas habilidades. Se trata de ir planteando nuevos retos a medida que se alcanzan los primeros. Los tres primeros años de vida son muy importantes en el desarrollo intelectual y el lenguaje, pero para evolucionar positivamente ha de encontrar un clima afectivo seguro que le estimule a conocer, a descubrir y a adaptarse al mundo que le rodea. El ambiente ha de transmitirle que él puede realizar multitud de acciones y que además puede tomar decisiones.
Fuente: Carriola