La educación infantil en España logra nuevos éxitos
En este inicio del nuevo curso escolar acabamos de recibir la buena noticia de que la educación infantil en España se encuentra entre las mejores de Europa para el ciclo 0-3. Concretando un poco más en sus números, hay que decir que la Educación Infantil española ha aumentado casi diez puntos (9,9) entre 2013 y 2022, según el informe de la OCDE ‘Panorama de la Educación 2024ʼ, lo que supone que el 41,8% de nuestros niños se encuentran escolarizados y esto nos sitúa dentro del rango que ocupan países como Suecia (47,3%) o Noruega (58,9%).
Según el estudio, un 29,7% de los niños y niñas menores de dos años y el 64,2% de los de dos años estaban matriculados en centros de educación infantil en 2022, mientras que la media de los países de la OCDE se situaba entre el 17,7% y el 41,8%, y en la Unión Europea entre el 13,4% y del 38,6%.
El impulso de la educación infantil del primer ciclo también ha hecho que avanzara la tasa de escolarización del alumnado del segundo, a partir de los 4 años, que ahora se sitúa en el 97%, muy por encima de la media de la OCDE (89%) y de los países de la UE (92%).
Como es lógico, todas estas estadísticas son muy positivas, tanto por el empeño de las Administraciones por conseguir los mejores estándares para sus poblaciones, como para los padres para poder encontrar un apoyo educativo suficiente y complementario a la formación y crianza de sus hijos. Pero, como ya he dicho en otras ocasiones, todavía nos faltan cubrir varias etapas importantes que nos impiden poder echar las campanas al vuelo.
Para empezar, Galicia todavía sigue manteniendo el primer ciclo de la Educación Infantil dentro de la Consellería de Política Social, donde se creó más como una alternativa a la conciliación laboral que como un proceso propiamente educativo. Y ahí sigue a día de hoy, cuando en el resto de las comunidades españolas este ha sido transferido a las consejerías de Educación. Bien es cierto que en Galicia las escuelas de Educación Infantil son gratuitas desde el curso pasado, algo que ha traído no pocos problemas a muchas escuelas, sobre todo privadas, para poder ajustarse a las nuevas normativas y formas de pago de la Administración autonómica. Por eso, sería bueno que la Educación infantil no sólo fuese gratuita, sino que también fuera obligatoria y que los recursos con los que contaran sus centros fuesen adecuados a sus usuarios. Por ejemplo, haciendo que estos, junto con los de las etapas siguientes, tuvieran sus material y sus libros de texto gratuitos, algo que sí ocurre en algunos de los países con los que se nos comparan.
Todo lo anterior requiere de un presupuesto y de unas inversiones que nuestros políticos aún no parecen estar dispuestos a realizar, mientras sí ofrecen una gratuidad para las matrículas de los universitarios, que ya tienen ayudas económicas por medio de becas y otro tipo de subvenciones con las poder que hacer frente a sus gastos universitarios.
Así que, aunque nos felicitemos, -que sí lo hacemos-, por haber logrado tan elogiables éxitos, aún nos quedan unas cuantas etapas que recorrer para poder decir que hemos completado el camino para que todo sea mejor. Y, quizás, este sea un buen momento para hacerlo, una vez que nuestra natalidad sigue cayendo y todavía no contamos con los suficientes niños y jóvenes inmigrantes que puedan cubrir todas las plazas que se ofertan. No se puede morir de éxito, pero si mejorar las cosas con el mejor de los criterios.
José Manuel Suárez Sandomingo