Para educar a un niño hace falta toda la tribu
Este dicho africano, mil veces repetido por todas partes, es algo más que una evidencia; es la confirmación de que los seres humanos nos debemos los unos a los otros, pues la comunidad no se forma si no ayudándonos a resolver cualquier asunto de nuestras vidas.
Y eso es lo que sentenció la semana pasada un juez cuando resolvió que unos abuelos de Pontevedra pudiesen tener la guarda y custodia de sus dos nietos. Unos niños que desde que habían nacido habían sido cuidados y criados por ellos y con los que han convivido ante el desinterés de sus padres por adoptar el rol que les correspondía más allá del proceso biológico que había dado lugar a su concepción.
Las leyes subrayan y dan testimonio de la labor de los padres, pero muchas veces, quizás demasiadas, son otros los que acaban adoptando sus papeles y responsabilidades, apropiándose de tareas que no les corresponden. En el caso al que nos referimos, la novedad de la sentencia se encuentra en que el juez ha superado el proceso legal para ceñirse a la realidad e interpretar que la transferencia de la custodia de los nietos a sus abuelos no sólo se les puede otorgar cuando han fallecido sus padres o se les haya retirado a estos su patria potestad atendiendo al desamparo que le han provocado a sus hijos, sino simplemente porque se han desentendido de su crianza, dejándolos a cargo de sus propios padres, sin poder en un futuro, atendiendo a los textos legales vigentes, reivindicar su devolución sólo por el hecho de ser sus progenitores.
Los que tenemos contacto diario con las situaciones problemáticas en que se encuentran muchos de nuestros niños y jóvenes hemos visto mil y una vez cómo los abuelos y otros familiares se inhiben de acoger a niños cuyos padres no los tratan adecuadamente progenitores al pensar que ese no es su papel o que ello desencadenarían todo tipo de conflictos entre los miembros de la familia. Además de tener presente que, una vez que se calmen los aguas y los progenitores reclamen a sus vástagos, ellos quedarán dejados a un lado, sin ningún testimonio de gratitud, a la vez que les rompen el corazón por no tener en cuenta los vínculos y los sentimientos que se han ido consolidando entre ellos.
Los hijos no son propiedad de los padres. Estos tienen una responsabilidad para con ellos que deben asumir para poder ser respetados tanto por ellos como por el resto de la comunidad que se la otorga. Por eso, sentar jurisprudencia respecto a que los abuelos puedan ser referentes esenciales en el cuidado y la crianza de sus nietos es muy importante. Según esta premisa, los niños y jóvenes podrán estar vinculados a otras personas, como ocurre, por ejemplo, en los casos de adopción, cuando sin existir una relación de consanguinidad, se les otorga a personas ajenas la potestad de cuidar y criar legalmente a unos niños.
Desde ahora, muchos abuelos u otros familiares ya no desistirán de la idea de poder cuidar a sus pequeños pensando en todo lo que se les puede echar en cara en el presente o en el futuro por parte de sus progenitores, sino por la libertad que les da el poder hacerlo porque alguien les habrá dado la potestad de hacerlo en plenitud y sin cortapisas. Y si toda la tribu tiene el poder de educar a todos sus descendientes, más lo tendrán aquellos que están familiarmente vinculados con ellos, si está debidamente establecido y precisado.
José Manuel Suárez Sandomingo