La pedagogía de los impuestos
Después de más de cuatro décadas de democracia, hablar de impuestos en España sigue siendo un tema tabú, siempre, claro está, que no sea para decir que se van a bajar. Este es uno de los puntos fuertes de la derecha. Para sus miembros, parece que todos los servicios se los pueden pagar ellos mismos sin tener que recurrir a papá Estado. ¿Para qué financiar al Estado, si ellos tienen suficiente con lo que ganan?. Lo malo es cuando les viene mal dadas a sus negocios o empresas y tienen que echar mano del Estado a través de subvenciones o de créditos a bajo coste.
Falta mucho para que el españolito de a pie entienda que con sus impuestos no sólo se financia a la clase política o a los funcionarios, sino también a todo el resto de los bienes que entre todos consumimos, muchas veces como si no hubiese un mañana o pensando que el dinero público es un maná caído del cielo.
Núñez Feijoo gobernó Galicia desde 2009 hasta 2022 y uno de sus mantras era que no había subido los impuestos, perola semana pasada tuvo que oir en el Senado a Pedro Sanchez decirle que con él había aumentado la deuda pública de Galicia un 188%. Este ha sido así, porque el que no les cobra los impuestos correspondientes a sus ciudadanos acabó yendo a los bancos a pedirle crédito para pagar sus servicios. Pero como todos sabemos, los bancos, el dinero que prestan lo van a cobrar antes o después, y si los ciudadanos que están disfrutando de los servicios gestionados por el político de turno no los pagan, los van a abonar sus hijos y sus nietos. Y si no fuera así, se crearía una crisis financiera de tal calibre que llevaría a la ruina a todos sus habitantes durante varias generaciones. Ejemplos de ello los tenemos en todas partes, y el botón de muestra más gravoso de los países occidentales es Argentina, acosada por una inflación imparable de un 50%.
Todo el mundo quiere disfrutar de unos buenos servicios, pero cuando no se recaudan los impuestos necesarios para cubrirlos pasa que los médicos trabajan con contratos precarios, se recortan sus plantillas y, a continuación, se produce una diáspora de buena parte de ellos. Los que quedan claman por la solución al problema, pero las arcas están vacías y los nuevos sanitarios se han ido allende las fronteras patrias, buscando una vida mejor. Ante la crisis sanitaria, el político antiimpuestos abre su campaña diciendo que para la legislatura que viene va a invertir dinero en traer a los que se han ido: 15.000 profesionales gallegos nada menos nos promete repatriar ahora la Xunta. Las estadísticas dicen que en los últimos años sólo han regresado 2.500 de toda condición.
Esto es lo que el vulgo llama chocolate del loro. ¿Alguien se cree que un profesional asentado en otro país con su futuro consolidado va a dejar lo que tiene por venirse a España cuando aquí todo está en horas bajas?
Dicen que de ilusión también se vive, pero de lo que no se vive es del aire, aunque sirva para respirar y eso ayude a pensar que los impuestos se cobran para dar servicios a todos los ciudadanos sin distinción de clase o categoría social. Son nuestro nexo de unión y una necesidad vital como comer o dormir.
Suárez Sandomingo, José Manuel