Notas en primaria ¿sí o no?
¿Se debe suspender a un niño? El debate está servido en el seno de muchos centros escolares, que se dividen entre los docentes que lo ven necesario para encaminar al alumno hacia las etapas superiores y los que se enmarcan en la llamada nueva educación, que rechaza la nota. Dos expertos se posicionan.
José Manuel Suárez Sandomingo, presidente de los pedagogos gallegos: «La motivación del alumno no viene por el resultado, nunca»
El presidente de la Asociación de Pedagogos de Galicia es un defensor de la llamada nueva educación. La basada en proyectos, con una metodología activa y sin notas numéricas en la etapa de primaria. Estamos, asegura José Manuel Suárez Sandomingo, muy retrasados en materia educativa si nos comparamos con otros países europeos: «Hay mucho atraso aquí con respecto a Francia, sin ir más lejos. Los niños de la Formación Profesional tienen que aprender en talleres y fábricas, son técnicos, deben formarse para hacer cosas con las manos. ¿Y cuando hablan ahora de la formación dual? Pero si la tienen los alemanes desde antes de la guerra». El pedagogo indica que la futura ley educativa supondrá un salto evolutivo. «Va a plantear un cambio grande, centrándose más en la evolución continua y con un enfoque por proyectos y no por materias», apunta. Este enfoque, dice Suárez Sandomingo, es contrario a las notas numéricas tradicionales.
«Las notas van por individuo, pero en la vida vas en grupo, y por eso se debe formar al individuo como parte de uno. Cuando se trabaja por proyectos, se califica de forma grupal», explica el educador, que pone de manifiesto la necesidad de ampliar aquello que consideramos evaluable. «Si tienes un 8,8 y un 7,7, sumas, divides y matemáticamente es perfecto, porque es un número. ¿Pero si no? Por ejemplo, en la selección de personal de una empresa, ¿por qué se coge a uno y no a otro? Porque se adecúa más al puesto, pero no hay una fórmula para aplicar ahí.
¿No puede un suspenso, un mal resultado, ayudar a un niño a tolerar la frustración? «La frustración es algo más que la nota, es un tema de cultura general, de la educación que dan los padres, de la teoría del trabajo… de muchas más cosas. Y la motivación no viene por la nota, nunca. Viene por cosas como las ganas de aprender, el tener todos los materiales para ello…», mantiene. Pone ejemplos, como el del profesor de bachillerato que dijo a principio de curso que bajaría las notas a los chavales para que se esforzaran más. «Pues muchos dirán: ‘¿Para qué me voy a esforzar si me bajas la nota?’», cuestiona el experto, que tampoco está de acuerdo con que un suspenso en 5.º o 6.º de primaria vaya a prepararles mejor para dar el salto a la ESO: «Hay niños que son de dieces de toda la vida, otros que no necesitan ni estudiar porque con leerlo ya aprenden; y luego están los que suspenden porque les cae mal el profesor. Nada de eso está relacionado con sus notas. Los docentes tienen que ver las cualidades de cada uno, no son todos los niños iguales».
Lo que es innegable es que el acceso a la universidad sigue siendo única y exclusivamente una cuestión de nota. Para el pedagogo, el del mir es un buen modelo a imitar: «El acceso a la universidad tiene una debilidad, y es que no valora tu actitud, solo unos conocimientos básicos plasmados en una hoja. Sin embargo, en el mir no vale solo con aprobar, también cuenta cómo lo haces en el trabajo. Se te evalúa no solo como cabeza pensante, sino también como cabeza actuante. Pero claro, lo fácil es poner un examen y que el que apruebe entre y el que no se quede fuera. En Francia se hacen entrevistas para ver la vocación y la actitud antes de entrar en la carrera». Lo mismo, defiende, habría que aplicar al propio profesorado. «Saber si a esa persona le gustan los niños, si sabe interactuar con ellos…», indica. En definitiva, insiste, no se trata de dejar de evaluar, sino de hacerlo de otra forma.
José Carlos Otero López, docente: «Defiendo las notas, los niños tienen que entender que hay obstáculos»
En el otro extremo de la balanza, José Carlos Otero López defiende a ultranza las notas. Lo hace tras una intensa carrera en la que ha sido docente de todas las etapas de la enseñanza. Profesor de infantil y de primaria, docente en la facultad de Ciencias de la Educación y del Deporte en la UVI, en la UNED, en educación semipresencial y director del colegio Campolongo en Pontevedra. Ese es el impresionante currículo de un profesional que ha dado clase a alumnos de entre 5 y 70 años y que tiene más que clara su posición sobre el debate que ahora se discute en los centros. «Yo defiendo las notas en todos los niveles educativos. Habría que diferenciar las edades, porque en el primer ciclo pueden ser menos importantes, pero a partir de tercero de primaria sí lo son, porque no dejan de ser un recurso didáctico que está para utilizarlo, una herramienta que informa a alumnos, profesores y padres de los progresos que han hecho en su aprendizaje», asegura el profesor, que opina justo lo contrario que Suárez Sandomingo y dice que el suspenso sí puede suponer una motivación: «Yo no encuentro la parte negativa de la nota. Todos, o la mayoría, hemos suspendido, y nos ha servido para trabajar un poco más». Tampoco cree que un examen que no llega al aprobado genere frustración alguna. «El niño tiene que entender que en la vida hay obstáculos, y esos obstáculos en un estudiante consisten en entender que no ha superado una materia. De todas formas, yo no creo que un alumno se vaya a sentir frustrado por una nota baja. Es algo objetivo que le va a ayudar a mejorar su rendimiento», considera Otero.
La nota hay que tomarla como una información objetiva, no puede servir como un castigo, asegura el profesor. Una calificación que, manifiesta, debe ser individual. «Todos hemos experimentado la calificación en grupo. Siempre hay unos que llevan la iniciativa y otros que se quedan agazapados, aprovechándose del trabajo de los demás, porque un grupo nunca es homogéneo. ¿Cómo va a saber exactamente el profesor cuál se ha implicado más y cuál no? Si le pone una nota a los cinco integrantes, habrá uno o dos que no han llevado la iniciativa y que saldrán beneficiados. La nota individual es más objetiva», sentencia.
Pero no todo es cuantificable, matiza el docente, que se muestra a favor de la selectividad, pero destaca la importancia de determinar cuál es la inteligencia predominante en cada alumno para que elija bien sus estudios a través de unas pruebas que, dice, son muy sencillas. «Si tú tienes un peso de 50 kilos y dices que quieres ser levantador de peso, no puede ser, porque no tienes la suficiente masa muscular. Con las inteligencias ocurre lo mismo, y el fracaso de muchos universitarios viene por irse a estudios que no coinciden con su perfil profesional», apunta.
¿Y la promoción con varias asignaturas suspensas? «No estoy de acuerdo. Generalmente, en primaria los contenidos van encadenados. Es decir, no puedo dividir si antes no sé multiplicar, restar o sumar. Si no has superado los contenidos, los siguientes tampoco vas a poder aprobarlos, por eso promocionar con varias asignaturas suspensas no tiene nada de positivo», arroja Otero, que incluso lo ve una injusticia con respecto a quienes sí han dado el nivel. «Muchos alumnos pensarán: ‘Yo he trabajado y me he esforzado, y este otro que no lo ha hecho puede promocionar igual’. Una asignatura la puedes recuperar durante el siguiente curso, pero no cuatro. No me parece una buena medida», insiste.