Educación sexual: la pornografía se hace viral entre los niños
Los datos son muy alarmantes: los niños comienzan a ver pornografía en Internet, de media, a los 14 años, mientras que las niñas, a los 16. Uno de cada cuatro chicos ya ha tenido acceso al porno a los 13 años. La edad baja hasta los ocho años en algunos casos, cuando se produce la primera exposición a estos contenidos para muchos menores. Son cifras del estudio Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales, elaborado por la Universidad de las Islas Baleares (UIB) y por la Red Jóvenes e Inclusión. Las consecuencias de esta nueva realidad, a la que permanecen ajenas muchas familias son variadas y de un riesgo considerable.
¿Cómo llegan al porno?
Para acceder a la pornografía basta con tener un teléfono móvil con conexión a Internet. Los menores llegan a través de su teléfono o del de sus amigos. En algunas ocasiones son ellos los que buscan los contenidos y en otras, estos son sugeridos por los motores de búsqueda. Es decir, el niño puede encontrarse con contenidos sexuales muy explícitos aunque no lo pretenda. Además, el acceso a las webs de adultos suele salvarse con un click tras una sola pregunta sin mayores controles: “¿Eres mayor de 18 años?”. Si el niño dice que sí, está dentro.
“El porno actual es de alta calidad en su realización, gratuito, muy duro, garantiza el anonimato, ofrece relaciones sexuales descontextualizadas y es vejatorio hacia la mujer”, indica Carlos Rosón, presidente de b. Para acceder a él no hay que comprar vídeos ni revistas como hace años, sino ponerse delante de cualquier pantalla. Es una estrategia que va más allá y que tiene mucho que ver con el mundo de la prostitución. “La presión social ha retirado la prostitución de las calles, y es ahora la pornografía por Internet la que actúa como mecanismo de captación para la prostitución”, denuncia Carlos Rosón. Tanto es así que en el citado estudio, un 47,6% de los menores reconocieron haber tenido ofertas de prostitución tras haber accedido a contenido pornográfico. De ellos, un 5% confirmó haber recurrido a la prostitución tras el visionado.
El acceso precoz a la pornografía tiene múltiples consecuencias y riesgos. De entrada, para Santiago Frago Valls, director médico de Amaltea Instituto de Sexología y Psicoterapia, de Zaragoza, “la pornografía es una ciencia ficción de las relaciones sexuales que distorsiona la realidad erótica interpersonal, magnifica y normaliza un modelo genital de sexualidad, fomenta la desigualdad y la violencia entre los sexos, excluye el componente afectivo y hace invisible el amor como lenguaje de comunicación”.
Por su parte, Lluís Ballester, profesor en la Facultad de Ciencias de la Educación de la UIB, y que ha participado activamente en el estudio, destaca cómo “la gran mayoría de la pornografía presenta una imagen cosificada, de mercancía, degrada a las mujeres, con una violencia creciente y modelos muy machistas (sexo en grupo con las mujeres sometidas, prácticas de riesgo, violencia explícita…). Esas imágenes tienen un impacto bastante negativo”, advierte.
Acceder a pornografía a edades tan tempranas conlleva una serie de riesgos a tener muy en cuenta:
- Distorsión de la realidad. Los niños y adolescentes creen lo que ven como si las relaciones sexuales se limitaran a lo que recoge el porno, “creen que es como un documental en el que lo que ven está sucediendo realmente”, indica Lluís Ballester. “Esto es peor en chicos que pasan mucho tiempo mirando pornografía (más de tres horas a la semana) y que no tienen la maduración valorativa y emocional requerida para elaborar las imágenes que ven”, recalca. Además, hay que tener en cuenta que la llegada a los móviles del 5G supone contemplar las escenas como si estuviesen participando en ellas.
- Baja autoestima. Muy ligada a la visión tergiversada de la relación de pareja que obtienen a partir del porno y sus expectativas poco realistas está “el déficit de autoestima personal”, como señala Santiago Frago, debido a que se sienten incapaces de cumplir con las exigencias sexuales que se les presentan desde la pornografía.
- Incremento del machismo. La pornografía actual incide especialmente en el papel sumiso de la mujer, que es cosificada y sometida a relaciones muy machistas que están haciendo que repunten actitudes poco igualitarias entre los chicos jóvenes.
- Aumento de prácticas de riesgo. El porno actual refleja muchas prácticas de riesgo que son replicadas en la vida real por los más jóvenes, como el sexo sin protección, con microviolencias, en grupos con desconocidos y con mujeres sometidas… También puede promover el uso de imágenes sexuales para chantajear a otro o el envío de archivos con contenido sexual explícito (sexting).
- Adicción. Algunos niños muestran conductas adictivas con respecto al visionado de este tipo de contenidos y una dependencia clara entre ver porno y poder desarrollar conductas sexuales, ya sea en solitario o en pareja.
El papel de los padres: ¿Deben prohibirlo?
- El acceso a la pornografía de los menores es una nueva realidad a la que deben enfrentarse los padres. ¿Cuáles son los pasos a seguir? Los expertos coindicen en que mejor que fiscalizar, castigar o prohibir está educar. “La prohibición es poco efectiva en el contexto inevitable de invasión pornográfica. Debemos centrarnos en dialogar con ellos para poder enmarcar las relaciones sexuales entre las personas en un plano teñido de afecto, amor y respeto”, aconseja Santiago Frago, director médico de Amaltea.
- En este sentido, Luís Ballester, de la UIB, explica cómo “no debe prohibirse obsesivamente, pero hay que dejar de banalizar su impacto, al igual que nos preocupa el alcohol en adolescentes”. Y añade: “Nuestras sociedades están muy sexualizadas; vamos a tener muchas ocasiones para hablar con ellos, para mostrar nuestro desagrado con una actitud grosera, una conducta vejatoria, con el sexo forzado… Esa comunicación constante, además del ejemplo con nuestra conducta, es esencial”.
- Pero no todo se queda en la comunicación. Los padres y educadores precisan de una formación específica para abordar este entorno. “Hay que articular programas de fortalecimiento familiar y de competencia familiar, en los que se trate las relaciones afectivo-sexuales, pues están dando muy buenos resultados entre los padres”, destaca Carlos Rosón, presidente de la Red Jóvenes e Inclusión. En esta misma línea, Santiago Frago apuesta a nivel educativo por “compilar listas de páginas web con recursos fiables que informen sobre sexualidad”.
Fuente: Padres y Colegios