Los cuentos clásicos, en el punto de mira
Blancanieves y la Bella Durmiente se despiertan de un profundo sueño gracias al beso que les da un príncipe desconocido; Caperucita es una niña inocente a la que un cazador salva de las garras del lobo feroz y Barba Azul guardaba los cadáveres de sus esposas bajo llave. Estos son algunos ejemplos de cómo clásicos infantiles reproducen roles de género o estereotipos machistas. Por ello un colegio catalán ha decidido vetar 200 títulos en su biblioteca. Profesores, pedagogos y feministas gallegas rechazan prohibir estas obras y apuestan porque los adultos acompañen siempre en la lectura a los niños para contextualizar los cuentos, desarrollar su espíritu crítico y que reflexionen sobre el tema
Tras analizar unos 600 libros infantiles desde la perspectiva de género, una escuela de Barcelona concluyó que el 30% reproducían estereotipos o incluían elementos sexistas y por ello decidió vetar el acceso a 200 cuentos, muchos de ellos clásicos, a los alumnos de Educación Infantil. Pedagogos, profesores y entidades feministas gallegos reconocen que muchas de las versiones de cuentos tradicionales que han llegado a la actualidad muestran roles de género ya obsoletos „la mujer suele aparecer como inocente y débil y siempre es un hombre el que la salva de cualquier situación„, pero rechazan rotundamente prohibir esta literatura y apuestan por la lectura acompañada con los niños para aprovechar esos temas que ahora desentonan para “despertar su espíritu crítico”.
“Hay ciertos cuentos que desarrollan roles tradicionales que ya han desaparecido o no se adaptan a la sociedad actual. Las mujeres siempre aparecen en papeles secundarios, el hombre o el príncipe siempre las tiene que venir a salvar e incluso si no se explican hay algunos que casi incitan a la cultura de la violación como aquellos donde el príncipe besa a una joven desconocida que está dormida. Los libros influyen en los niños pequeños porque son como esponjas y están formando su identidad. Sin embargo, no creo que la solución sea prohibirlos sino ayudar a que los niños sean críticos”, señala Carmen Armada, desde la Plataforma Feminista Galega.
Una opinión que comparten expertos en literatura infantil de la Universidade da Coruña, quienes, sin embargo, instan a no criminalizar todos los cuentos y a contextualizarlos en la época en la que se escribieron. Además, recuerdan que la versión que hoy conocemos muchas veces poco tiene que ver con la historia original, que se transmitió durante años de forma oral. “No se puede generalizar y decir que todos incluyen elementos sexistas. Además hay que diferenciar entre los cuentos de tradición oral y los de hadas infantiles que después fueron puestos por escrito por diferentes autores”, indica Iria Sobrino, profesora de Literatura Infantil y su Didáctica en la facultad de Ciencias de la Educación. “En la tradición oral tenemos historias de gran riqueza literaria, incluso con gran protagonismo de las mujeres, aunque también hay historias más duras. Cuando después estos cuentos se ponen por escrito de manos de los hermanos Grimm o Charles Perrault hay que tener en cuenta que son hombres, burgueses y que filtran esas historias para transmitir la sociedad que ello desean”, señala. Una visión que coincide con la de la también profesora de Literatura Infantil Montserrat Muriano. “No me gusta calificar de sexistas estos cuentos porque creo que no se pueden analizar con criterios actuales historias que fueron creadas en otra época. Es cierto que se repiten ciertos roles de género pero hay que contextualizarlo”, sostiene.
Y si de la tradición oral a la escrita los cuentos sufrieron modificaciones, las historias aún tuvieron otra vuelta de tuerca cuando llegaron a manos de Disney. “Ha hecho mucho daño a los clásicos”, señala Esther Gómez, desde la librería Moito Conto de A Coruña. Una opinión que comparten las profesoras Muriano y Sobrino, quienes lamentan que sean precisamente estas películas el único referente a los clásicos que tienen muchos niños. Disney no solo dulcificó algunas historias que en la versión original eran más radicales sino que modificó algunos finales, incluyendo figuras como el príncipe y su beso que no siempre estaban en la versión original.
Profesores, feministas y pedagogos coinciden en la presencia de roles de género “ya desfasados” en historias de siempre como Blancanieves, La Bella Durmiente o Caperucita Roja, pero sostienen que prohibir estos libros no es la solución. “Hacer un análisis de los libros de la biblioteca escolar en clave de género para intentar equilibrar historias donde hay roles tradicionales muy marcados con otros más actuales, me parece interesante, pero no prohibirlos”, indica Iria Sobrino, quien aunque reconoce que “los cuentos pueden ser como espejos o ventanas para los niños donde construyen modelos de realidad o de fantasía” y por tanto “son muy importantes”, no solo la literatura influye en el desarrollo de los pequeños. “Todo nuestro imaginario no se crea con los libros así que aunque optemos por darle buenos modelos de libros, hay otras cosas que les influirán”, resalta. “Es un debate complejo en el que incluso no hay unanimidad dentro del movimiento feminista, pero en mi opinión, prohibir estos cuentos no es la solución”, indica Carmen Armada.
Las razones que esgrimen unos y otros pasan desde la calidad literaria de los clásicos hasta el hecho de que si se ocultan ciertas realidades se “sobreprotege a los niños” y se les impide desarrollar “su espíritu crítico”.
“Son historias de una gran calidad literaria y normalmente tienen valor educativo porque incluyen siempre personajes buenos y malos (donde hay tanto hombres como mujeres: ogros, brujas, gigantes…) y éstos nunca ganan. No todo es negativo”, señala Montserrat Muriano, quien resalta que se olvida muchas veces que lo importante “es el goce de leer” y estas historias “están muy bien escritas”. Además lamenta que en la sociedad actual “se pone la tirita antes que la herida”, de forma que “se oculta a los niños la muerte, que los padres se puedan divorciar y todo esto no es sino otra forma de sobreprotegerlos”. “La sociedad actual no prepara a los niños para la vida porque se les aparta cualquier irregularidad o imperfección y no se les enseña a tolerar la frustración. Los cuentos son una herramienta clave para inculcar valores”, indica el presidente de la Asociación Profesional de Pedagogos de Galicia, José Manuel Suárez.
Además unos y otros defienden que gracias a estos cuentos con actitudes ya desfasadas, los pequeños pueden despertar su espíritu crítico y comprender qué esta bien y qué esta mal.La clave está en realizar una lectura con ellos, en donde se les anime a reflexionar sobre la historia que acaban de escuchar. “No hay una receta mágica pero no hay que limitarse a leérselos sino hablar con ellos, escucharlos, porque ellos son más inteligentes de lo que a veces se cree”, dice Sobrino. “La literatura todavía va un paso por detrás de la sociedad en materia de igualdad, pero no podemos partir de cero y aunque hay libros ahora donde la mujer no siempre es una víctima y que fomentan la igualdad, más que prohibir los clásicos, defiendo una lectura acompañada, que desarrolle el espíritu crítico del niño para que reflexione y no normalice actitudes que no son adecuadas”, indica Carmen Armada. “Para ser críticos hay que conocerlo todo, también los clásicos”, sostiene Muriano, quien pone de ejemplo una actividad de las bibliotecas municipales. “Se eligen varios cuentos donde el lobo es malo y otros donde es bueno y después se realiza un juicio al lobo y a veces los niños tienen que defenderlo y otras ir en su contra”, explica.
Los expertos consultados reconocen que los cuentos son relevantes a la hora de trasladar valores y por ello recuerdan que “son muy importantes”, pero como lo son los dibujos o las películas. Instan a combinar historias de toda la vida con cuentos contemporáneos y siempre leer con ellos para hablar y reflexionar sobre cada tema.
Fuentes:
Los cuentos clásicos, en el punto de mira
El ‘expurgo’ de un colegio de Barcelona