Los deberes escolares, a examen
La Comunidad Valenciana acaba de regular por ley los deberes escolares al establecer que “se procurará” que la mayoría de actividades de aprendizaje se realicen en clase para garantizar así el derecho de los niños a disfrutar del tiempo libre y de la vida familiar. En Galicia, la Xunta deja en manos de los centros la planificación de las tareas en ESO y en Primaria aconseja que se tenga en cuenta “la conciliación familiar” a la hora de asignarnos. Pedagogos y padres de la pública coinciden en que los deberes son positivos y parte clave del aprendizaje pero denuncian que hoy en día la carga de tareas es “abusiva” por la falta de coordinación de los docentes y piden que se reformulen y no se trate solo de ejercicios repetitivos que no motivan al alumnado
El debate sobre los deberes escolares vuelve a la palestra. La entrada en vigor de una ley en la Comunidad Valenciana que limita este tipo de tareas -pionera en el país- ha vuelto a dejar de manifiesto el malestar en algunos sectores por el trabajo que los alumnos deben desarrollar más allá del horario lectivo. En Galicia, expertos en educación, pedagogos y padres de colegios públicos coinciden en destacar el papel clave que los deberes tienen en el aprendizaje, pero critican el excesivo número de tareas que deben afrontar los niños y apuestan por dar una vuelta al tipo de ejercicios que los alumnos deben preparar en casa. “El sistema educativo se basa en la enseñanza, que corre a cargo del profesor, y el aprendizaje, que debe realizar el alumno. Ahí se engloban los deberes, pero ¿por qué hay tantos? Porque no los profesores no se coordinan entre ellos”, señala el presidente de la Asociación Profesional de Pedagogos de Galicia, José Manuel Suárez. “Es un debate complejo pero está claro que en la actualidad con tantos deberes se roba tiempo a la familia, al derecho a la conciliación”, añade el presidente de la Confederación Galega de ANPA de Colegios Públicos (Confapa), Rogelio Carballo.
La preocupación por los deberes no es nueva aunque la teoría no siempre se llevó a la práctica. En una resolución del Ministerio de Educación del 18 de octubre de 1973 ya se indicaba que “los programas de los centros” debían ser elaborados “de forma que eviten como norma general el recargo de actividad de los alumnos con tareas suplementarias fuera de la jornada escolar”. Esta normativa establecía que de forma excepcional sí se podían mandar deberes a alumnos que “por ausencia prolongada u otras razones no hayan podido seguir el ritmo normal del centro” y además aconsejaba a los profesores “coordinación para evitar la sobrecarga de tareas”. Unas recomendaciones -que muchos alumnos de EGB no vieron que se aplicaran- y que, según José Manuel Suárez, desaparecieron sobre el papel cuando se aprobó la Logse en 1990 y la nueva ley educativa suplantó a la anterior.
Ahora la Comunidad Valenciana toma la delantera al regular por primera vez el tema de los deberes en España. En su ley de derechos y garantías de la Infancia y la Adolescencia, que entró en vigor en diciembre, incluyen un apartado en el que expresan que “durante las etapas de educación obligatoria se procurará que la mayor parte de las actividades de aprendizaje programadas puedan realizarse dentro de la jornada lectiva, de manera que las que tengan que realizarse fuera de ella no menoscaben el derecho del alumnado al ocio, el deporte y la participación en la vida social y familiar”. La Xunta, que deja en manos de los centros de ESO la planificación de estas tareas escolares, aconseja en una disposición que en el caso de Educación Primaria “se tenga en cuenta su adecuado encaje en la vida de las familias, de forma que se facilite la participación activa de las mismas en el aprendizaje y la adecuada conciliación de la vida familiar, con respeto al tiempo libre del alumnado”.
Para los pedagogos gallegos, el problema de estas normativas es que “no van al origen del problema sino a la punta del iceberg”. “Ven que se ponen muchos deberes y quieren limitarlos pero no se preguntan por qué hay tantos o si son los adecuados”, indica José Manuel Suárez, quien tiene claro que los alumnos de cualquier país tienen que realizar tareas en casa – “aunque sea repasar materia”-, pero cree que habría que repensar el tipo de tareas que se envían para casa.
Este experto destaca que hay tres modelos principales. El clásico, que consiste en que los alumnos tengan que repasar lo dado en clase a través de ejercicios o actividades en casa. “Se basa en fijar conceptos y repasar la materia”, indica Suárez, quien explica que otro modelo es el bautizado como “clase invertida”, es decir, el alumno se prepara el tema en casa -muchas veces a través de vídeos que prepara el profesor donde explica la lección o los contenidos- “y en clase se trabaja en ejercicios y actividades sobre ese tema”. El último modelo, que ya se practica en colegios gallegos y que para los pedagogos es el mejor, es el de trabajar por proyectos. “No tiene nada que ver con las clases magistrales. Consiste en abordar la materia por contenidos, donde profesor y alumnos trabajan en común, los estudiantes están más motivados porque lo ven más atractivo. En este modelo educativo se trabaja en clase y no hay deberes para casa. El problema es que cuando se trabaja por proyectos se va más lento, se avanza más despacio en la materia”, sostiene este pedagogo gallego.
Desde Confapa, donde no se muestran en contra de los deberes, pero sí apuestan por reformularlos, hacen suyas las recomendaciones de un informe de expertos gallegos, donde se aconsejaba que “los deberes vayan más allá del formato de repetición”. “Recomendaban tareas para que los alumnos ampliasen su conocimiento o adelantasen por ellos mismos el tema”, explica Rogelio Carballo, quien reconoce que el debate sobre el tipo de deberes “se produce incluso entre los profesores”.
Otra de las críticas en las que coinciden padres y expertos en educación es en la cantidad “excesiva” de deberes que deben realizar los alumnos que les lleva a invertir mucho tiempo en estas tareas una vez que llegan a casa. “No hay coordinación entre los profesores, cada uno le da los suyos y no tienen en cuenta lo que harán otros docentes”, indica José Manuel Suárez, quien cree que habría que mejorar este aspecto aunque recuerda que es difícil satisfacer a todo el mundo ya que “cada alumno tiene su ritmo, lo que a un niño le lleva 20 minutos, a otro hora y media”.
Más críticos se muestran las ANPA de colegios públicos gallegos, quienes aseguran que “hay una sobrecarga” de tareas extraescolares “que resta tiempo al derecho a la conciliación familiar”. Reconocen que “si se cumplen una serie de variables” los deberes son beneficiosos para el rendimiento académico del menor, pero piden que no sean excesivos, de ahí la huelga que secundaron hace dos años para “visibilizar este problema” que “sacrifica la vida familiar“. “Además, los deberes niegan la igualdad de oportunidades ya que puede haber padres que no puedan ayudar a los niños en estas tareas y no puedan hacer frente al coste de una academia”, sostiene Carballo.
Los pedagogos, sin embargo, aseguran que los deberes son necesarios desde 2 o 3º de Educación Primaria ya que sirven también para instaurar valores entre los pequeños. “Es un modo de que adquieran responsabilidades y parte del aprendizaje”, señala Suárez, quien alerta de que el problema es que muchas veces se asocian los deberes únicamente a realizar ejercicios. “Pero repasar los contenidos, algo que tienen que hacer todos los alumnos, eso también son deberes”, sostiene el portavoz de los pedagogos gallegos, quien cree que la polémica por estas tareas suscitada en los últimos años tiene que ver “con que cada vez hay más padres que hacen los deberes a sus hijos o les ayudan y ven que no tienen mucho tiempo para ello” y con que “los niños tienen muchas actividades extraescolares y después tienen poco tiempo para los deberes”.
Unos y otros abogan por reformular los deberes tradicionales.
Fuente: La Opinión Coruña